viernes, 9 de diciembre de 2022

PRAGA


 La ciudad de Praga es indiscutiblemente bella. Incluída en el triunvirato Viena, Budapest y Praga, no va a defraudar, si lo que buscas es buena arquitectura, encanto y el aroma inefable de la antigua Europa señorial. Hemos disfrutado de sus rincones acogedores y de la majestuosidad serena de sus edificios y calles bien conservadas que te hacen pasar de la Edad Media a los años 20 del siglo pasado como por arte de birlibirloque.

   A veces pueden resultar molestos esos grandes grupos de turistas masculinos, dando voces, sobre todo por la noche, pero es posible que este sea una especie de modalidad nueva de turismo que nos vayamos a encontrar por todas partes en los próximos años y nada tiene que ver con Praga, es un nuevo perfil que vendría a sumarse, desgraciadamente, a los cientos de perfiles que ha tenido, tiene y tendrá esta ciudad. 

  Tiene una la sensación, a veces, de que la gente está malhumorada. Pero ese malhumor, sobre el que bromeamos a menudo en el vídeo, puede deberse, precisamente, a la reacción hacia un tipo de turismo que no encaja de ninguna de las maneras con el espíritu y la materia de la que está hecha la ciudad y cierto miedo de que ambas se destruyan o se conviertan en un conjunto de clichés vaciados de contenido.  Algo así como un vídeo nuestro... pero permanente. 

  

 Hemos vivido experiencias muy bonitas, como la sesión de jazz en el club de la rivera del río, y los paseos nocturnos contemplando cómo las edificaciones cobran otro carácter que se vuelve más enigmático, más soberbio y más cautivador. 

La originalidad de muchas de sus construcciones tiene un sabor de autenticidad y de audacia que convierten a Praga en una de las capitales más notables de la arquitectura europea.