No existen las ciudades eternas, pero si lo existieran sin duda Roma sería una de ellas. Sostenida en el tiempo y el espacio por una belleza incuestionable y por la grandeza de dos milenios de historia a sus espaldas. Viajar es conocer lo desconocido, pero también entrar en lo conocido, penetrar en el mundo mítico de lo que se conoce sólo a través de las voces de otros y las imágenes de otros. Estar en Roma es como viajar al centro del universo de la humanidad y no se puede evitar sentir cierta sensación de reverencia.